El huevo y la enfermedad cardiovascular
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Esta exposición versará sobre la asociación que pueda existir entre las enfermedades cardiovasculares y el consumo de huevo. A partir de las evidencias disponibles actualmente, discutiremos los siguientes aspectos: (1) El consumo de huevo no incrementa el riesgo de cardiopatía isquémica y enfermedad cerebrovascular isquémica. (2) El colesterol contenido en la yema de huevo es un aporte no despreciable a todo el colesterol consumido en la dieta. Sin embargo, el bajo contenido en grasas saturadas del huevo “compensa” en alguna medida el efecto aterogénico del colesterol ingerido. La limitada absorción del colesterol dietético es un factor a tener en cuenta al considerar el beneficio/perjuicio del consumo de la yema de huevo de gallina. (3) La presencia de sustancias antioxidantes en el huevo podría contribuir a la menor oxidación de las lipoproteínas de baja densidad. (4) El aporte de ácido fólico y vitaminas B6 y B12, contenidos en el huevo, contribuyen al adecuado metabolismo de la homocisteína: factor de riesgo emergente de la aterosclerosis y sus consecuencias orgánicas. (5) El enriquecimiento del huevo con ácidos grasos w3, a través de la alimentación de las ponedoras con piensos elaborados con aceites que aportan ácidos grasos poli-insaturados pertenecientes a esta familia (EPA/DPA/DHA), abre nuevas posibilidades al consumo de este alimento. Los ácidos grasos w3, cuya fuente natural son los pescados de carne azul, disminuyen el riesgo de cardiopatía isquémica por varios mecanismos, de los cuales el más interesante de todos es la formación de eicosanoides (prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos) que actúan estabilizando la placa de ateroma, contrarrestando la peroxidación de colesterol de LDL, e introduciendo cambios en la reología de la sangre.
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